La importancia de la salud emocional
No se puede solucionar un problema partiendo de la misma “conciencia” o perspectiva que lo provocó.
Albert Einstein
Inteligencia emocional es definida por primera vez por Salovey y Mayer en 1990 y reformulado en 1997 como:
La habilidad de percibir con exactitud, valorar y expresar emociones; la habilidad de acceder o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad de comprensión emocional y conocimiento emocional; y la habilidades regular emociones para promover el crecimiento intelectual y emocional.
Una buena salud emocional nos permite enfrentar los desafíos y dificultades con mayor resiliencia, tomar decisiones más informadas, mantener relaciones saludables y promover un mayor bienestar general.
La falta de salud emocional nos puede llevar a problemas como el estrés crónico, el burnout, la ansiedad, depresión entre otros y por ende a bajar nuestra calidad de vida.
El estrés es una respuesta automática física, mental y/o emocional a un evento difícil y es uno de los síntomas más frecuentes de una mala salud emocional. El estrés supone una tensión física o emocional derivada de una situación, pensamiento o sentimiento que desencadena frustración, ansiedad y/o descontrol.
Todos nos sentimos estresados en algún momento, es una reacción normal y saludable a un cambio o desafío. Pero el estrés que continúa por más de unas cuantas semanas puede afectar tu salud emocional y física. El primer paso para manejar el estrés es reconocer su presencia en tu vida. Los síntomas más frecuentes que pueden afectar el aspecto cognitivo, emocional, físico y/o de conducta son: problemas de atención y memoria, cansancio, dificultad para dormir, alteraciones del apetito y la falta de energía.
Los enfoques para el manejo del estrés incluyen: habilidades de aprendizaje. Aumentar tu capacidad para hacer frente a la adversidad. Practicar técnicas de relajación. Mejorar tus relaciones personales.
Cuando se utiliza positivamente, el estrés puede conducir al crecimiento, la acción y el cambio. Pero el estrés
negativo, a largo plazo, puede disminuir tu calidad de vida.
Si bien es cierto que no todas las personas trabajamos en una oficina, ni tenemos que salir de casa todos los días; SÍ tenemos actividades que nos pueden mantener bastante ocupados: labores domésticas, hacer pagos (administración del hogar en general), ir por los niños a la escuela, etc. Y si somos de los que, además de las actividades antes mencionadas, debemos salir de casa, nuestro nivel de estrés puede aumentar considerablemente.
Seamos personas que trabajan en o desde casa, que salgan a una oficina u otro lugar de trabajo, procuremos planificar y organizar nuestro tiempo para reducir la carga de estrés, funcionar mejor y dar paso a un óptimo estado de salud emocional. Esto lo puedes lograr organizándote, haciendo uso de las herramientas tecnológicas que tenemos a la mano; pidiendo ayuda y apoyo.
Algunos cuidados de la salud emocional son: reconocer y expresar emociones, practicar el autocuidado, mantener relaciones saludables, buscar apoyo cuando sea necesario y mantener un equilibrio entre vida personal y laboral.
La salud emocional es un proceso continuo y requiere de práctica regular, así como adaptarnos a las necesidades individuales. Algunos ejercicios pueden ser: respiración consciente, tiempo para ti, conexión social, movimiento físico, limitar la exposición a noticias negativas, autocompasión y diario de gratitud.